Una microbiota intestinal «resiliente» puede ser un factor crítico para un envejecimiento saludable

Nuestro tracto gastrointestinal (TGI) alberga billones de microorganismos que constituyen la microbiota intestinal (MI) humana. Estos microorganismos, y en especial las bacterias, nos ayudan a extraer energía y nutrientes de nuestra dieta. Aportan metabolitos clave a nuestro organismo, como los ácidos grasos de cadena corta (AGCC) acetato, propionato y butirato. La MI también es vital para un sistema inmunitario fuerte y nos ayuda a combatir las infecciones intestinales.[1]

Las investigaciones han revelado la importancia de los microorganismos modificados genéticamente (OMG) para la salud humana. También han demostrado cómo los cambios en la población de microorganismos modificados genéticamente (OMG) pueden provocar enfermedades. Este fenómeno se denomina «disbiosis». Nuestras decisiones de vida, como los hábitos alimentarios, el tabaquismo, el ejercicio y el uso excesivo de antibióticos, pueden afectar la composición de los OMG y provocar disbiosis. Las afecciones que pueden estar asociadas con la disbiosis abarcan desde enfermedades cardíacas y trastornos gastrointestinales (TI), hasta problemas cognitivos e incluso cáncer. Los OMG «saludables» se mantienen estables durante la edad adulta, pero con el envejecimiento, esta estabilidad disminuye. Diversos factores pueden influir en la composición y diversidad de los OMG, como se explica a continuación.[2]

Cómo afecta la edad a nuestra microbiota

Durante el envejecimiento, la funcionalidad de nuestro cuerpo disminuye: los órganos y células de todo el cuerpo, y en el tracto gastrointestinal (TI), envejecen. El sistema inmunitario no responde con la misma eficiencia a los desafíos. Cabe destacar que en las personas mayores se observa una inflamación sistémica leve, denominada «inflammageing», asociada con afecciones relacionadas con la edad.

Las poblaciones de mayor edad presentan patrones alterados de consumo de alimentos y una motilidad alterada en su tracto gastrointestinal. Por lo general, la capacidad de masticar y tragar se deteriora con la edad. Aún carecemos de datos concluyentes de estudios en humanos que demuestren si las alteraciones hormonales y enzimáticas en la vejez provocan estos cambios.[3]

Otros factores que influyen en la composición de la población general son los cambios en el nivel socioeconómico de las personas mayores, que conllevan cambios en el estilo de vida (p. ej., menor actividad física) y una dieta deficiente (p. ej., menor variedad de alimentos). Asimismo, el aumento de la polimedicación, el uso recurrente de antibióticos y el aumento de los ingresos en unidades de cuidados de larga duración representan un desafío para la población general "sana".

Las poblaciones de mayor edad presentan una mayor prevalencia de diabetes, problemas cardiológicos, deterioro cognitivo, sarcopenia y fragilidad. Estas afecciones suelen asociarse con alteraciones de la función muscular (GM). La sarcopenia se refiere a una pérdida muscular significativa y debilidad. La sarcopenia provoca un estado general de disminución de la funcionalidad y mayor dependencia. Ambos síndromes están cobrando interés médico debido a sus posibles consecuencias graves en las personas mayores.[4]

La microbiota transgénica (MG) "envejecida" suele caracterizarse por una baja diversidad de especies y la pérdida o baja proporción de ciertos microorganismos beneficiosos, más abundantes en adultos jóvenes. En resumen, existen bacterias MG beneficiosas que prosperan con una dieta saludable y son responsables de descomponer los azúcares y carbohidratos complejos de los alimentos. Esta actividad resulta en la producción de AGCC, como el butirato. Según los últimos estudios científicos, este podría estar involucrado en respuestas antiinflamatorias. Esta disminución de bacterias beneficiosas permite el crecimiento de especies potencialmente dañinas. Un ejemplo alarmante de esto es el aumento de casos de la infección potencialmente mortal por Clostridium difficile entre personas mayores hospitalizadas.[5]

A medida que envejecemos, la diversidad de nuestra microbiota se reduce, lo que acelera aún más el deterioro progresivo asociado con la edad. Mantener la diversidad de tu microbiota puede ayudarte a frenar el envejecimiento biológico.

Hábitos alimentarios para una microbiota envejecida diversa

Pero no todo es sombrío para la población que envejece. Con base en la ciencia, podemos mejorar la disbiosis que acompaña al envejecimiento y, por lo tanto, lograr un envejecimiento más saludable. La dieta juega un papel crucial en el mantenimiento de un MG resiliente y saludable a lo largo de nuestra vida y durante el envejecimiento. Una dieta basada en plantas con abundantes verduras y frutas puede mantener y mejorar la diversidad del MG al nutrir los microorganismos beneficiosos de nuestro intestino. Potencialmente, lo siguiente puede desempeñar un papel en el manejo del envejecimiento:

  • Prebióticos: son fibras dietéticas que se encuentran en frutas y verduras y que al consumirlas nutren ciertos microorganismos transgénicos.

  • Probióticos: son microorganismos beneficiosos que se encuentran de forma natural en alimentos fermentados como el yogur o como suplementos dietéticos.

  • Postbióticos: son productos derivados de microorganismos beneficiosos que pueden conferir los beneficios de un probiótico sin el uso de microorganismos vivos. Por razones de seguridad y normativas, pero también por su posible simplificación en la formulación, el uso de postbióticos puede ser una buena alternativa a los probióticos.[12]

[1] Donaldson, GP; Lee, SM; Mazmanian, SK. Biogeografía intestinal de la microbiota bacteriana. Nat. Rev. Microbiol. 2015, 14, 20–32.

[2] Levy, M.; Kolodziejczyk, AA; Thaiss, CA; Elinav, E. Disbiosis y sistema inmunitario. Nat. Rev. Immunol. 2017, 17, 219–232.

[3] Lloyd-Price, J.; Abu-Ali, G.; Huttenhower, C. El microbioma humano saludable. Genome Med. 2016, 8, 51.

[4] An, R.; Wilms, E.; Masclee, AAM; Smidt, H.; Zoetendal, EG; Jonkers, D. Cambios dependientes de la edad en la fisiología y la microbiota gastrointestinal: ¿es hora de reconsiderarlo? Instinto 2018, 67, 2213–2222.

[5] López-Otín, C.; Blasco, M. a; Partridge, L.; Serrano, M.; Kroemer, G. Las características del envejecimiento. Cell 2013, 153, 1194–217.

[6] An, R.; Wilms, E.; Masclee, AAM; Smidt, H.; Zoetendal, EG; Jonkers, D. Cambios dependientes de la edad en la fisiología y la microbiota gastrointestinal: ¿es hora de reconsiderarlo? Instinto 2018, 67, 2213–2222.

[7] Keevil, VL; Romero-Ortuno, R. Envejecer bien: una revisión de la sarcopenia y la fragilidad. Proc. Nutr. Soc. 2015, 44, 1–11.

[8] Levy, M.; Kolodziejczyk, AA; Thaiss, CA; Elinav, E. Disbiosis y el sistema inmunitario. Nat. Rev. Immunol. 2017, 17, 219–232.

[9] Salazar, N.; Valdés-Varela, L.; González, S.; Gueimonde, M.; de los Reyes-Gavilán, CG Nutrición y el microbioma intestinal en la tercera edad. Microbios intestinales 2017, 8, 82–97.

[10] Rea, MC; O'Sullivan, O.; Shanahan, F.; O'Toole, PW; Stanton, C.; Ross, RP; Hill, C. Portador de Clostridium difficile en sujetos de edad avanzada y cambios asociados en la microbiota intestinal. J. Clin. Microbiol. 2012, 50, 867–875.

[11] Duncan, SH; Flint, HJ Probióticos y prebióticos y salud en poblaciones envejecidas. Maturitas 2013, 75, 44–50.

[12] Aguilar-Toalá, JE; García-Varela, R.; García, HS; Mata-Haro, V.; González-Córdova, AF; Vallejo-Córdoba, B.; Hernández-Mendoza, A. Postbióticos: un término en evolución dentro del campo de los alimentos funcionales. Tendencias Ciencia de los alimentos. Tecnología. 2018, 75, 105-114.

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